La leyenda del silbón  

11.06.2024

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo vivía por los llanos un joven que apodaban Silbón, porque se la pasaba silbando mientras caminaba. Era un joven consentido y caprichoso al extremo, acostumbrado desde niño a ser complacido en todo. Pasaba su vida, de cantina en cantina desperdiciando su tiempo.

Cierto día cuando se encontraba en casa de sus padres, al sentarse a la mesa para almorzar, se llenó de rabia y enfureció al ver que le servían alimentos que a él no le gustaban. En un acto de desprecio y con arrogancia extrema, lanzó la comida al piso diciendo: "Lo que yo quiero comer, es Asaduras (vísceras) de venado"; se levantó de la mesa y salió de la casa lleno de ira, a calmar su rabia con licor en la cantina del pueblo.

Su padre que era un hombre noble y complaciente, preparo su escopeta y el cuchillo de caza y partió a la selva a buscar el dichoso venado para contentar a su rebelde hijo. Pero a pesar de su destreza y conocimientos en la caza, le fue imposible capturar al preciado animal. Después de varias horas y al caer la noche el padre decide que por ese día era suficiente y emprendió el regreso a casa.

Mientras tanto, el joven silbón que llevaba varias horas bebiendo y totalmente alicorado, decide irse para su casa. En el camino de regreso se encontró con su padre, que regresaba de la cacería fallida, quien trato de explicarle porque no había podido cazar al venado que tanto quería.

Sin oír razones y en medio de su borrachera, silbón golpeo brutalmente a su padre; cuando este cayó al suelo, tomo el rifle de cacería y de un disparo lo mato. Inmediatamente después tomo el cuchillo de caza y hábilmente le saco las entrañas a su padre, las empaco en un pedazo de la camisa y se fue para su casa.

Al llegar a su casa, entregó las asaduras a su abuela para que las preparara; ella le preguntó que de dónde las había sacado, y este sin remordimiento alguno respondió: "El inepto de mi padre no logró, ¡hic!, cazar al venado, así que yo le arranqué sus vísceras para saciar mi hambre, ¡hic!.

Su familia, abrumada ante tan aterradora noticia, lo ató a un árbol y lo torturó con latigazos en reprimenda por sus malévolos actos, aplicándole sal y ají picante en sus heridas para que su dolor fuera aún más desesperante. Posteriormente, fue exiliado y su abuela lo maldijo condenándolo a vivir vagando por la llanura: "Maldito serás para toda la eternidad, tendrás que vagar por la llanura cargando los huesos de tu padre en tu espalda y el perro tureco te irá mordiendo los talones a donde quiera que vayas"

Desde ese momento, el Silbón se convirtió en un alma errante que murió en soledad. Muchos de los llaneros que lo han visto dicen que es un temible espanto de seis metros que camina mientras emite su escalofriante silbido, y lleva en su espalda, dentro de un saco viejo y harapiento, los huesos de su desafortunado padre, mientras busca en las noches a borrachos y mujeriegos para succionarles el ombligo e ingerir el licor que estos hayan bebido. Cuenta la leyenda también que suele escoger una casa y sentarse en la esquina de la misma a contar los huesos de su saco mientras entona su silbido, si varios miembros de la casa logran escucharlo no pasa nada, pero si no lo oyen, una de las personas de ese hogar amanece muerta. ​



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